Capitulo 1.
Uga, la tortuga
¡Caramba, todo me sale mal!, se lamentaba constantemente Uga, la tortuga. Y no era para menos: siempre llegaba tarde, era la última en terminar sus tareas, casi nunca ganaba premios por su rapidez y, para colmo era una dormilona. ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo. Y optó por no hacer nada, ni siquiera tareas tan sencillas como amontonar las hojitas secas caídas de los árboles en otoño o quitar las piedrecitas del camino a la charca.
– “¿Para qué preocuparme en hacerlo si luego mis compañeros lo terminarán más rápido? Mejor me dedico a jugar y a descansar”.
Capitulo 2.
Capitulo 3.
– “¡Hormiguita, tienes razón! Esas palabras son lo que necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo, prometo que lo intentaré.»
Así, Uga, la tortuga, empezó a esforzarse en sus quehaceres. Se sentía feliz consigo misma pues cada día lograba lo que se proponía, aunque fuera poco, ya que era consciente de que había hecho todo lo posible por conseguirlo.
– “He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse metas grandes e imposibles, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a objetivos mayores”.
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